Verde. El Vuelo de Tucán
Tucancito
Verde, vuela , vuela puedes hacerlo. Confía en tus alas son fuertes y hermosas. El viento del noroeste sopla con firmeza. Y la brisa del mar acompañará tu
vuelo. No desesperes. Sólo vuela . Despliega tus alas preciosas y vuela como
siempre has imaginado en tus sueños.
Tucancito
Verde desplegó sus alas portentosas y bellas. Enderezo su cuerpo y se entregó a
la siempre esperada brisa. Una oportuna ráfaga le ayudo a elevar su vuelo. Y
Tucancito Verde voló, voló , voló , voló , voló , voló como siempre lo imaginó.
El mar y la brisa le brindaron frescura , y el horizonte aplomo. El azul de un
cielo despejado , serenidad.
Tucancito
Verde voló hacia su destino . Y observó
a las otras aves . Disfrutó dejándose salpicar por un mar caprichoso...
Pero no siempre fue así. Nuestro pequeño Tucán nació a más
de mil metros de altitud sobre el nivel del mar. Su padré estabá allí justo, en
el momento , en el que con cierta torpeza
comenzó a resquebrajarse la
cáscara de su pequeño habitáculo. Un huevo de pequeñas dimensiones, por el que
de manera sorprendente comenzó asomar un pico, no tan pequeño. Su padre
retrocedió con cuidado para permitir que Tucancito Verde abriera
definitivamente , sus ojos al mundo. Sus tres hermanos se movían por el
interior del acogedor nido sin prestar a penas atención al alumbramiento del
nuevo miembro , que venía a completar la familia.
La grieta fue abriéndose camino hasta que finalmente
nuestro aspirante a soñador rompió por completó la cáscara y miró sorprendido a
su padre. Aquel ave con un pico esplendoroso y ojos vivos observó a su pequeño
retoño con ternura y cierta inquietud. Tucancito Verde no se movió sólo le miró
con avidez, casi con ganas de lanzarse a sus alas , para decirle.
_ Papá soy yo. Tucancito Verde. Prometo no darte
disgustos innecesarios y seguir tus pasos.
Eso es lo que le habría gustado hacer. Pero en aquel
momento le ganó la sorpresa . Por lo que en un intento de aproximación a su
padre dio un respingo, sobre una de las pequeñas ramas del nido , y se dio de
bruces contra las patas firmes de su progenitor. Su padre le acarició con su
pico y con ternura le acogió entre sus alas.
_ Tucancito Verde ahora comerás como el resto de tus
hermanos. Mamá volverá con alguna delicatessen. Seguro que encuentra alguna
suculenta larva o gusano o incluso alguna semilla. No le hagas ascos. No es tan
fácil conseguir alimento en nuestra selva.
Nuestro pequeño protagonista se acurrucó entre las alas
de su padre. En aquel momento no pensaba en larvas ni en gusanos , sólo en el
calor que percibía a través del cuerpo de su padre. No necesitaba más... a
penas mostró interés por sus hermanos que pululaban por el interior del nido, inquietos
ante la llegada de su madre. Verde acababa de abrir los ojos a su reducido
mundo y se mostraba temeroso . No tenía ningún interés en conocer más mundo.
Por ahora le bastaba con su acogedor
nido y
la ternura de su padre.
Se levantó levemente la brisa procedente de un Pacífico
azul intenso . Y una lluvia conciliadora comenzó a caer sobre el Gran Verde.
Papá Tucán disimuló su incipiente inquietud . Entonces avistó el vuelo de Mamá
Tucán entre las ramas inextricables del Gran Verde . Ya estaba allí con ellos.
Algo mojada y casi exhausta . Toda una jornada de intenso trabajo para procurar
alimento a su progeníe , que finalmente había dado los frutos esperados. Papá
Tucán le acarició solicito con su llamativo pico y los pequeños retoños se
agolparon a trompicones , alrededor de su madre . Todos menos Verde . Tucancito
Verde se encontraba feliz entre las alas de su padre .
_ Mamá Tucán pensóVerde. Es mi mamá . Es bella y grande.
_ Si . Le respondió Papá Tucán . Como si hubiera sido
capaz de escuchar lo que pensaba.
Con cariño aproximó su pico hacia las alas de Papá Tucán
y acarició el pequeño cuerpo de su nuevo retoño. Era de menor tamaño que sus
hermanos. Y se mostraba más tímido y temeroso , pero su mirada era intensa .
Le ofreció una larva dulce y jugosa , que Verde comenzó a
engullir poco a poco. Mamá Tucán se
durmió complacida mientras observaba a sus cuatro retoños. Estaba demasiado
cansada. Había transcurrrido casi una jornada antes de regresar de nuevo a su
nido . Y no había resultado fácil conseguir alimento .
Días de intensa lluvia y humedad contribuyeron a destacar
la belleza del Gran Verde , que incluso parecía haber adquirido mayor tamaño.
Aquel universo ahora se mostraba mucho mas grande , si cabe, para los pequeños
tucanes que ya se atrevían a asomar sus picos fuera del nido. Verde, Tucancito
Verde continuaba siendo el más pequeño. Su apariencia era más delicada que la
del resto de sus hermanos . Su padre siempre le observaba y le empujaba con
cariño hacia la salida del nido . Ya era hora de que asomará sus ojos al mundo
…
Pasaron dos estaciones y Verde junto con el resto de sus
hermanos se decidieron definitivamente a dejarse abrazar por su entorno.
Nuestro pequeño Tucancito fue el último en saltar del nido. Consiguió
revolotear con torpeza por entre el vericueto de mil y una ramas, para
finalmente aterrizar estrepitosamente,
sobre el suelo húmedo cubierto de hojarasca.
Se había hecho un pequeño rasguño en una de sus alas. Y
retornó al nido cabizbajo . Su padre le acogió con cariño, una vez más entre
sus alas. Pero esta vez parecía distinto. Estaba triste, triste , triste ,
triste , triste . Verde nunca había visto a su padre así.
_Verde , Mamá ya no volverá.
_ ¿ Por qué ? .
Preguntó Tucancito con la mirada.
_ El Gran Verde nos proveé de alimento. Pero también
alberga peligros. Mamá partió temprano y la lluvia cayó con una intensidad
inesperada . El viento sopló fuerte . Extremadamente fuerte. A su paso arrastró
algunos árboles...
Verde y su padre derramaron lágrimas que quedaron en la
memoria del Gran Verde . Ahora todo era distinto. Y su mirada era mucho más intensa .
Tucancito había mejorado su vuelo . Su padre siempre
estaba ahí. Pendiente de sus caídas .
_Aprende a caer Verde. Y podrás alzar el vuelo. No temas
al viento . Vuela con él . Y resguárdate cuando haya tormenta . Es vil.
Atendiendo las sabias recomendaciones de su padre ,Verde
conciliaba el sueño en su nido . Todos sus hermanos lo habían abandonado ya ,
pero nuestro soñador prefería mantenerse al lado de su padre . El tiempo ya le
había ganado y ahora era él quien con sus alas guardaba su sueño, noche
tras noche y día tras día partía
temprano en busca de alimento, siempre acompañado por el olor de la brisa de
Azul. A veces se sorprendía soñando con un océano que de[1]sconocía
.
Su madre le había hablado de él , con admiración y
respeto . Era bella y valiente , tanto , tanto , tanto que en una ocasión
traspasó las fronteras del Gran Verde, para volar sobre las aguas del Pacífico.
Una mañana se despertó sobresaltado. Había soñado con el
Gran Azul y había visto como un Tucán surcaba el viento y se dejaba
salpicar por sus aguas.
_ ¿ Papá cómo es Azul ? .
Papá Tucán todavía
se estaba desperezando cuando su hijo le sorprendió con una pregunta , que
cuanto menos le causaba inquietud. Y
para la que no tenía respuesta.
_ ¿ Nunca has visto al Gran Azul , verdad Papá ?[2]
Su padre asintió con su enorme pico y le miró con ternura
.
_ ¡ Es cierto ! .
Respondió. Entonces dirigió su mirada hacia El Gran Verde . Salió de su cálida
estancia y desentumeció sus alas , todavía poderosas . Y comenzó a volar a
través de ramas y lianas. Verde siguió
su vuelo apresurado y con preocupación . Tucán ya era mayor …
Los dos tucanes volaron, volaron , volaron y se sintieron
embargados por la emoción . Al traspasar los últimos árboles del Gran Verde
divisaron a Azul. Era inmenso...
Se detuvieron sobre los escollos de un acantilado y
contemplaron la belleza y la fuerza de Azul.
Verde desplegó de nuevo sus alas , enderezó su cuerpo y
se dejó acoger por una ráfaga de viento, que le ayudó a alzar el vuelo.
Tucancito Verde voló , voló , voló, voló sobre El Gran Azul, y por un instante sintió
una Tucán , bella , hermosa , valiente volar junto a él. Le acarició con sus
alas …
_ Ahora vuelve con Papá , Verde. Te está esperando .
Los dos tucanes dirigieron una última mirada hacia la
inmensidad del Gran Azul y retornaron hacia la calidez de su nido. Sus
corazones nunca estarían solos...
Astrid
Max