El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española contempla en una de sus acepciones el término fracasar como el resultado adverso o malogrado de una empresa , en otra de sus acepciones lo define como suceso lastimoso, inopinado. Ciertamente la apreciación de este nombre es negativa. Y a la postre nos da a entender que fracasar supone no concluir con éxito el objetivo o empresa propuestos. Si nos detenemos o reflexionamos en torno al verbo, el opuesto a fracasar bien pudiera ser el transitivo culminar, en el sentido que le confiere el DRAE, lograr una cima o acceder al grado más elevado o significativo.
Con todo se hace necesario destacar que fracasar en su acepción no contempla una conclusión definitiva o irreparable. Muy al contrario destaca el término fracasar como un suceso inopinado , es decir errado . Y por tanto, también reparable.
Seguramente tanta definición recaiga sin pretenderlo en un juego de palabras y definiciones , a las que se les puede atribuir una apreciación optimista. Ya que todo proceso de aprendizaje y de formación, conlleva equívocos. Y es en este punto donde quizá se hace imprescindible detenerse.
La publicidad que tan vertiginoso desarrollo ha experimentado a lo largo del siglo XX y que en la actualidad contempla internet como un todo nos ha invitado a asumir un proyecto como algo lineal, desprovisto de altibajos. Plagado de aciertos y de brillos. Un universo, el de la publicidad que en ocasiones nos muestra un mundo desprovisto de sinsabores, que enaltece la juventud, que atiende a la inmediatez, a lo fácil . Un todo, que nos da cuenta de valores basados en lo volátil y lo perecedero, y que en pocas ocasiones admite el fracaso como una solución o un punto de partida , o cuanto menos, un componente que necesariamente forma parte de nuestra condición. “ Errare humanun est “. Tanto como la curiosidad, ingrediente imprescindible para aventurarse en el universo del saber . Todo aprendizaje conlleva un proceso de acierto y error. Eso es aprender, eso es formación, también implica valores ... esfuerzo , dedicación , tenacidad.
Cabe pensar que como ocurre con la buena cocina, también el conocimiento requiere de tiempo, de capacidad para reflexionar e imaginar e intuir. El pensamiento original a veces es errado, pero en ocasiones también entraña un acierto, un logro que se debate para no perderse en la memoria del tiempo.
Astrid I.